30 de agosto de 2025

Cortazar Amoroso

 




Un recuerdo amoroso de Julio Cortázar.

24 de agosto de 2025 08:39

En mi vida, conocer y tratar a Julio Cortázar fue un gran acontecimiento. Y no puedo evitar festejar su próximo cumpleaños y pensar que, si estuviera entre nosotros, nos sentaríamos a celebrar sus 111 años de vida. Por desgracia, nadie vive cien años y nadie resucita, pero los grandes hombres, los escritores de su talla, dejan una huella indeleble.


                                        Elena Poniatowska

Julio Cortázar nació el 26 de agosto de 1914 en Bruselas. Yo lo visité por primera vez en París en 1955, acompañada por una tarjeta de presentación de Carlos Fuentes. Verlo en su departamento con su mujer, Carol, fue un regalo de la vida. Feliz, Julio vivía con la escritora Carol Dunlop, con quien hice buenas migas, aunque por desgracia no habría yo de volver a verla.

En 1954, Carlos Fuentes me dio una tarjeta suya (de esas pequeñas que se llaman “de visita”) para tocar a la puerta del edificio de departamentos en París de Julio Cortázar. Entonces Julio había publicado Bestiario. La tarjeta era tan cariñosa que, en vez de dársela al gran escritor (más francés que argentino), la atesoré porque decía: “Trátala con cariño que es mi persona”. No hice pregunta alguna porque él me trató con cariño, como a una amiga, y se nos olvidó la entrevista. La haría años más tarde en México con mi gran amiga y compañera de trabajo, mi inolvidable amiga y la de Carlos Monsiváis, Margarita García Flores, quien hacía encuentros radiofónicas notables en Radio UNAM y, sobre todo, entrevistas muy superiores a las mías, ya que además de su programa en Radio Universidad y sus publicaciones en la Revista de la Universidad y la Gaceta –que también dirigía– era una de las mandamases, preparaba a fondo sus preguntas y era evidente su conocimiento de causa, tan evidente que llegó a ser la directora de Prensa de la Revista de la Universidad y publicó una compilación de sus excelentes entrevistas.

Además de visitar en París a Julio Cortázar, lo encontré de nuevo en el Hotel del Prado en la Ciudad de México cuando encabezó el Tribunal Russell que juzgaba los crímenes cometidos por Pinochet en Chile. El tribunal sesionaba en el Salón de los Candiles, que casi desaparece con todo y hotel y sobre todo el mural de Diego Rivera durante el terremoto de 1985.

A Julio lo entrevisté con Margarita García Flores, quien lo hizo infinitamente mejor que yo, y años más tarde cené con él, con Marie Jo y Octavio Paz en México. En París platicamos en su departamento en la Place du General Beuret número 9, ya casado con Carol Dunlop. El hechizo de esa tarde en estado de gracia aún permanece entre los momentos más felices de mi vida y aún me duele porque Carol habría de morir muy joven. También, para nuestra tristeza, Julio habría de seguirla poco tiempo después.

Cortázar era miembro activo de Amnistía Internacional, asociaciones de derechos humanos, frentes democráticos de defensa del pueblo y de liberación nacional, así como otras causas ligadas con el descontento y el sufrimiento de los pueblos de América Latina como el de El Salvador, el de Nicaragua y el de Cuba. Ya para entonces, los críticos de literatura de América Latina habían declarado que Rayuela es para Latinoamérica lo que el Ulises, de James Joyce, a Irlanda y Escocia, y la figura entrañable de un Cortázar alto y comprometido se había convertido en personaje central de la cultura y el humanismo de nuestro continente.

En aquella época, Antonioni ya había filmado Blow Up, basado en el cuento “Las barbas del diablo”, de Cortázar.

A mis 93 años pienso en Carlos Fuentes y su vitalidad; en Gabriel García Márquez y sus mariposas amarillas y recuerdo con especial devoción a Julio Cortázar y, quien el 26 de agosto de este año habría cumplido 111 años. Ya todos se fueron, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, incluso recuerdo con frecuencia la risa de Mario Vargas Llosa, quien era el más joven.

La pasión que Julio Cortázar le profesaba a los diccionarios me hace pensar en el inmenso cariño que yo le tengo a un viejo diccionario de sinónimos que ha sido mi salvación desde que mi hija Paula lo dejó en su recámara al mudarse a Mérida, Yucatán.

–Siempre me suceden cosas extrañas –me explicó Julio Cortázar en la editorial Siglo XXI en México–. Recuerdo a una señora efusiva que me persiguió para felicitarme: “¡Me encantan sus cuentos y a mi hijo también! ¿No quiere escribir un cuento en el que el personaje central se llame Harry el Aceitoso?” Supongo que mi lectora quería complacer a su hijo. Y te voy a confesar una cosa, Elena, estuve tentado en escribir un cuento sobre Harry el Aceitoso.

–¿Y en qué otras tentaciones caes?

–En muchas.

En aquella ocasión rió y sus dientes, los dos de enfrente separados, parecían los de un niño si no estuvieran manchados de nicotina, diría que eran de leche. Si lo pienso bien, todo Julio era de leche, era alimenticio, era bueno, calentaba el alma y se dejaba beber por cuántos se le acercaban. No guardaba una sola distancia, nada había en él de vedete, jamás se burlaba de sus interlocutores, asumía nuestra ignorancia, nuestra debilidad. Era imposible sentirse mal con él. Con razón las mujeres lo inundaban de cartas.

–¿En qué tentaciones caíste de niño? ¡Ese tipo de preguntas interesan muchísimo a todas tus enamoradas que son legiones en México!

–Los recuerdos de la infancia y de la adolescencia son engañosos. ¿Tentaciones? Yo me sentí mal de niño.

–¿Por qué?

–Fui enfermizo y tímido, con una vocación para lo mágico y lo excepcional que me convertía en la víctima natural de mis compañeros de escuela más realistas que yo. Pasé mi infancia en una bruma de duendes, elfos, con un sentido del espacio y del tiempo distinto al de los demás. Lo cuento en La vuelta al día en ochenta mundos, y entusiasmado se lo presté a mi mejor amigo, y me lo tiró a la cara: “No, esto es demasiado fantástico”, dijo.

–¿Y tú nunca tuviste deseos de ser científico, descubrir el por qué de las cosas?

–No. Tuve deseos de ser marino. Leí a Julio Verne como loco y lo que quería era repetir las aventuras de sus personajes: embarcarme, llegar al Polo Norte, chocar contra los glaciares. Pero, ya ves –deja caer las manos–, no fui marino, fui maestro.

–Entonces, ¿tu infancia fue cruel?

–No, cruel no. Fui un niño muy querido e incluso esos mismos compañeros, que no aceptaban mi visión del mundo, sentían admiración ante alguien que podía leer libros que a ellos se les caían de las manos. Lo que pasa es que estaba yo desollado, no me sentía cómodo dentro de mi piel. Antes de los 12 años vino la pubertad y empecé a crecer mucho.

–¿No te dio seguridad ser tan alto?

–No, porque se burlan de los altos.

–Yo creía que ser alto da mucha seguridad.

–Pues estás equivocada –se anima–. Hay un cuento que me proyecta mucho: “Los venenos”. Tuve unos amores infantiles terribles, muy apasionados, llenos de llantos y deseos de morir; tuve el sentido de la muerte muy, muy temprano, cuando se murió mi gato preferido; este cuento, “Los venenos”, gira en torno a la niña del jardín de al lado, de quien me enamoré, y de una máquina para matar hormigas que teníamos cuando era niño. Asimismo, es la historia de una traición, porque una de mis primeras angustias fue el descubrimiento de la traición. Yo tenía fe en los que me rodeaban y por eso el descubrimiento de los aspectos negativos de la vida fue terrible. Esto me sucedió a los 9 años.

–Julio, tú siempre describes niños, adolescentes entrañables y sobre todo sufrientes.

–De niño no fui feliz, y esto me marcó muchísimo. De ahí mi interés en los niños, en su mundo. Es una fijación. Soy un hombre que ama mucho a los niños. No he tenido hijos, pero amo profundamente a los pequeños. Creo que soy muy infantil en el sentido en que no acepto la realidad. A los niños les cuento cosas fantásticas e inmediatamente establezco una buena relación con ellos, muy buena. Los que sí no me gustan nada son los bebés, no me acerco a ellos hasta que no se vuelven seres humanos.

–Creo que los niños de tus cuentos conmueven porque son auténticos.

–Sí, porque hay niños muy artificiales en la literatura. Un cuento que yo quiero mucho es el de “La señorita Cora”, la situación de ese adolescente enfermo yo la viví y, como te lo dije, tuve una gran experiencia en amores sin esperanza a los 16 años, cuando consideraba que muchachas de 18, 20 años, eran unas mujeres muy adultas. Entonces me parecían un ideal inaccesible, y por eso se creaba una situación de realización imposible.

“La señorita Cora” es un cuento con el que sufrí mucho. Tú sabes que uno de los fantaseos de los niños es imaginarse a punto de morir. Entonces, el ser amado aparece arrepentido, abraza y ama, llora su culpabilidad, jura amor hasta la eternidad, en fin, una situación arquetípica.

–¿No crees que en todo esto hay mucha autocompasión?

–Creo más bien que hay una aptitud definitiva para regresar a la visión del mundo de un niño; yo siento un gran placer en escribir ese retorno; me siento bien cuando regreso a mi infancia.

–De esa fijación tuya en la infancia, ¿han surgido los libros-objeto, los collages, los recortes, etcétera?

–Sí, me gustan mucho los juguetes, pero los que son ingeniosos, los que se mueven y actúan; me gustan tanto como me fascinaron las papelerías, los cuadernos, la punta de los lápices, las gomas de migajón, la tinta china. Al Larousse Ilustrado lo olía, tenía un olor perfumado que todavía me llega. Tengo, Elena, un amor infinito por los diccionarios. Pasé largas convalecencias con un diccionario sobre las rodillas buscando la definición de la goleta, del porrón, del tifus. Mi madre se asomaba a la recámara a preguntarme: “¿Qué le encuentras a un diccionario?”. Para mí los diccionarios lo fueron todo y todavía los amo, los compro o los busco en las librerías de viejo en París a lo largo de los márgenes del Sena”.

El martes Julio Cortázar cumpliría 111 años y somos muchas magas quienes extrañamos no sólo Rayuela, su Libro de Manuel, sus visitas a la Siglo XXI Editores cuando la dirigía Arnaldo Orfila Reynal, argentino como él. Además de su gran obra, Cortázar se ha quedado en mi corazón y extraño no sólo sus libros, sino su compromiso social y la grandez de su vida en dos grandes continentes que supo cobijar con su escritura: América y Europa.

© La Jornada Semanal.

1 de agosto de 2025

Poetas y Escritores Arabes.

Escritores y poetas árabes famosos que debes conocer.



En la vasta y rica historia de la literatura árabe, muchos escritores y poetas han dejado una marca indeleble en la cultura y la historia del mundo árabe y más allá. Desde la poesía preislámica hasta la prosa moderna, la literatura árabe ha sido una fuente de inspiración, sabiduría y belleza. En este artículo, exploraremos a algunos de los escritores y poetas árabes más famosos que debes conocer, quienes han influido profundamente en la literatura universal.

Al-Mutanabbi
Uno de los poetas más destacados de la literatura árabe clásica es Al-Mutanabbi (915-965). Su verdadero nombre era Abu Tayyib Ahmad ibn al-Husayn al-Mutanabbi, y es conocido por su poesía poderosa y elocuente. Al-Mutanabbi es famoso por su capacidad para capturar la esencia de la experiencia humana, desde el amor y la guerra hasta la ambición y la sabiduría. Sus poemas a menudo reflejan su propio orgullo y ambición, así como su deseo de ser reconocido como un gran poeta.

Obras destacadas

Entre sus obras más destacadas se encuentran sus odas y qasidas, que son poemas largos y formales. Algunas de las qasidas más famosas de Al-Mutanabbi incluyen «La Oda al Caballo» y «La Oda al Corazón». Su poesía sigue siendo estudiada y recitada en todo el mundo árabe y ha dejado una huella duradera en la literatura árabe.

Naguib Mahfuz

Naguib Mahfuz (1911-2006) es otro escritor árabe que no puede faltar en esta lista. Fue el primer escritor árabe en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1988. Mahfuz es conocido por su habilidad para retratar la vida cotidiana en Egipto con un realismo vívido y detallado. Sus novelas a menudo exploran temas como la política, la religión y la sociedad egipcia.

Obras destacadas

Entre sus obras más famosas se encuentra la «Trilogía de El Cairo», que incluye «Entre dos palacios», «Palacio del deseo» y «La azucarera». Esta trilogía ofrece una visión profunda de la vida en El Cairo durante la primera mitad del siglo XX. Otras obras notables incluyen «El callejón de los milagros» y «Hijos de nuestro barrio». La influencia de Mahfuz en la literatura árabe moderna es inmensa, y su legado sigue vivo en la actualidad.

ibrán Jalil Jibrán

Jibrán Jalil Jibrán (1883-1931) es un poeta y filósofo libanés que ha dejado una marca indeleble en la literatura árabe y mundial. Es conocido por su estilo lírico y místico, así como por su capacidad para explorar temas universales como el amor, la libertad y la espiritualidad. Sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas y han influido en lectores de todo el mundo.

Obras destacadas

La obra más famosa de Jibrán es «El Profeta», una colección de 26 ensayos poéticos que abordan diversos aspectos de la vida y la condición humana. Otros libros notables de Jibrán incluyen «Las alas rotas» y «Arena y espuma». Su estilo poético y su profunda sabiduría han resonado con lectores de todas las culturas y épocas.

Mahmoud Darwish

Mahmoud Darwish (1941-2008) es considerado uno de los poetas más importantes de la literatura árabe contemporánea. Nacido en Palestina, su poesía a menudo aborda temas de identidad, exilio y resistencia. Darwish es conocido por su habilidad para combinar la poesía lírica con un fuerte sentido de la realidad política y social.

Obras destacadas

Entre sus obras más conocidas se encuentran «Hojas de olivo», «Estado de sitio» y «No te excuses». Su poesía ha sido traducida a numerosos idiomas y ha ganado reconocimiento internacional. Darwish es una voz poderosa que ha dado vida a la experiencia palestina a través de su poesía, y su legado sigue siendo una fuente de inspiración para muchos.

Adonis

Adonis, cuyo nombre real es Ali Ahmad Said Esber (nacido en 1930), es otro poeta árabe contemporáneo de gran renombre. Nacido en Siria, Adonis es conocido por su poesía innovadora y su capacidad para desafiar las convenciones literarias. A lo largo de su carrera, ha explorado una amplia gama de temas, desde la política y la religión hasta la naturaleza y la existencia humana.

Obras destacadas

Algunas de sus obras más notables incluyen «Hojas en el viento», «Cantar de Mihyar el de Damasco» y «El tiempo de las ciudades». Adonis ha sido un defensor de la modernización de la poesía árabe y ha influido en numerosos poetas y escritores contemporáneos. Su estilo audaz y su profundo pensamiento lo han convertido en una figura central en la literatura árabe moderna.


Nizar Qabbani

Nizar Qabbani (1923-1998) es uno de los poetas árabes más queridos y reconocidos del siglo XX. Nacido en Siria, Qabbani es conocido por su poesía romántica y su capacidad para expresar los sentimientos más profundos del amor y la pasión. A lo largo de su carrera, escribió más de 50 libros de poesía, así como obras en prosa.

Obras destacadas

Entre sus obras más destacadas se encuentran «Diwan», «Mujer en mi voz» y «Amor no a la manera americana». La poesía de Qabbani ha sido ampliamente traducida y ha resonado con lectores de todas las edades y culturas. Su habilidad para capturar la belleza y la complejidad del amor lo ha convertido en uno de los poetas más influyentes de la literatura árabe contemporánea.

Ghassan Kanafani

Ghassan Kanafani (1936-1972) es un escritor y periodista palestino que dejó una huella duradera en la literatura árabe moderna. Conocido por su narrativa poderosa y su compromiso con la causa palestina, Kanafani es considerado uno de los escritores más importantes de la literatura árabe contemporánea.

Obras destacadas

Entre sus obras más conocidas se encuentran «Hombres en el sol» y «Regreso a Haifa». Sus historias a menudo exploran temas de exilio, identidad y resistencia, y han sido traducidas a numerosos idiomas. Kanafani fue un ferviente defensor de los derechos palestinos y su legado literario sigue siendo una fuente de inspiración para muchos.

Conclusión

La literatura árabe es un tesoro de sabiduría, belleza y profundidad. A través de los siglos, escritores y poetas árabes han capturado la esencia de la experiencia humana y han dejado una marca duradera en la cultura y la historia del mundo. Desde la poesía lírica de Al-Mutanabbi y Jibrán Jalil Jibrán hasta la prosa realista de Naguib Mahfuz y Ghassan Kanafani, estos escritores y poetas han enriquecido nuestras vidas con sus palabras y han ampliado nuestra comprensión del mundo.

Al explorar la obra de estos escritores y poetas árabes, no solo descubrimos la riqueza de la literatura árabe, sino que también nos conectamos con la humanidad compartida que trasciende fronteras y culturas. Sus palabras nos inspiran, nos conmueven y nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia existencia. En un mundo cada vez más globalizado, es esencial reconocer y celebrar la diversidad de voces que conforman nuestro patrimonio literario.

Fuente: https://qalamquest.com/es/

18 de julio de 2025

Poeta Palestino

 

Mosab Abu Toha 

 


Los Recuerdos Son Flores 

Los recuerdos son flores— 

Los regamos, 

los narramos, los convertimos en poemas 

en obras de teatro, 

en historias. 

Los decoramos con bombillas, 

con metáforas de diferentes matices, 

en clubes variados. 

Algunos recuerdos son desagradables. 

Tienen olores desagradables, y piel áspera y espinosa. 

No importa cuán profundamente inhumadas  

estén los huesos, el gusano de los dulces recuerdos  

encontrará su camino. 

 

Sin título. 

Un padre se despierta por la noche,  

ve los colores al azar en las paredes  

dibujados por su hijo de cuatro años.  

Pero está muerto después de un ataque aéreo.  

Los colores están a unos 1.20 metros de altura.  

El próximo año, tendrían 1.50 o 1.80.  

Pero el pintor está muerto y el museo  

no tiene nuevas pinturas que mostrar. 

 

 

Una rosa se levanta 

 

Nunca te sorprendas  

al ver una rosa  

levantarse entre las ruinas de la casa: 

Así es como sobrevivimos. 

 

Memoriza tu sueño 

Cierra los ojos y  

camina sobre el océano. 

Mete tus manos en el agua  

y atrapa las palabras de tu poema. 

Escribe las palabras en las nubes. 

No te preocupes,  

ellas encontrarán tu tierra.  

Abre los ojos. 

En la noche, el mar ya no es azul. 

Mira a tu alrededor  

y de las gotas de lluvia  

que descienden  

elige tus signos de puntuación. 

Ponte tu traje de baño, 

sumérgete profundo  

y busca un título para tu épica. 

Embarca en tu patria  

en movimiento—tu barco.  

Ve a tu cama y,  

mientras duermes,  

comienza a memorizar tu sueño. 


Poemas traducidos del inglés por Frank Henriquez.

 

Mosab Abu Toha is a Palestinian poet, fiction writer, and essayist from Gaza. He is the founder of the Edward Said Public Library, and in 2019-2020 was a visiting poet and scholar at Harvard University. He has given talks and poetry readings at the University of Pennsylvania, Temple University, the University of Arizona (w/ Noam Chomsky), and the 2020 American Library Association conference. His work has appeared in Poetry, The Nation, Solstice, Arrowsmith, Progressive Librarian Guild, among others. Mosab is the author of Things You May Find Hidden in My Ear: Poems from Gaza, forthcoming from City Lights Books in April 2022. 

Mosab Abu Toha es un poeta, escritor de ficción y ensayista palestino de Gaza. Es el fundador de la Biblioteca Pública Edward Said, y en 2019-2020 fue poeta y académico invitado en la Universidad de Harvard. Ha dado charlas y lecturas de poesía en la Universidad de Pennsylvania, la Universidad de Temple, la Universidad de Arizona (junto con Noam Chomsky), y en la conferencia de la Asociación Americana de Bibliotecas de 2020. Su trabajo ha aparecido en Poetry, The Nation, Solstice, Arrowsmith, Progressive Librarian Guild, entre otros. Mosab es el autor de Cosas que puedes encontrar escondidas en mi oído: Poemas de Gaza, que se publicará en abril de 2022 por City Lights Books. 

Cortazar Amoroso

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